Capital de la Costa del Sol que se despliega al sur de Andalucía, Málaga y su región conocen, desde hace unos veinte años, un desarrollo rápido, demográfico y urbano, a base del turismo. La urbanización rápida y a veces anárquica de la Costa del Sol, relacionada con el auge de un turismo de masas parece ya haber alcanzado su punto álgido. Esta dinámica regional – en parte extravertida, estacional y cíclica – es muy dependiente de las transferencias financieras, nacionales e internacionales, y se enfrenta a una competencia de otros destinos dentro del espacio mediterráneo. Se acompaña de un fuerte consumo de espacios, de nuevas competencias en la gestión del agua (ver el desarrollo de los campos de golf), de una congestión de los ejes de transporte y de problemas en la gestión de los riesgos naturales. Este contexto obliga hoy a la ciudad a diversificar sus actividades, a subir en gama aprovechando sus ventajas (Pablo Picasso…) y a reflexionar sobre un modelo más duradero y coherente.