La huella de Francia sobre África comenzó desde 1830 con el proceso de colonización en Argelia; unas décadas después en el Congo, Túnez y la isla de Madagascar. Eran tiempos en que las potencias europeas penetraban el continente africano y se lo repartían como un pastel. Después de la ola de independencias africanas, Francia continuó influyendo sobre Estados independientes, incluso con presencia militar en algunos de ellos como es el actual caso de Mali.