Entre el río Hudson (al Oeste) y el río East River (al Este), el sur de la isla de Manhattan es el corazón histórico de la ciudad de Nueva York, verdadera ciudad mundial, en el centro de la megalópolis estadounidense. Relacionada tanto a la monotonía o a la frialdad como a la abundancia y a la riqueza, Nueva York es una ciudad de contrastes, que se hace y se deshace sin cesar. Poblado, ocupado, y al mismo tiempo intrincado en lógicas mundiales (competencia económica con otras ciudades mundiales, ascensión del riesgo ecológico), por consiguiente este espacio se encuentra en la convergencia de escalas y de lógicas mundiales, metropolitanas y locales. En este contexto, se adapta y se transforma en función de estas apuestas, resistiendo a la uniformización.
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